Creo haber escuchado
algo, creo haber sentido algo, creo haber visto el fluir de Arte.
¿Cuándo había sentido
esto? Cada vez que ella… Cada vez que ella… ¿Cada vez que ella qué? ¿Cómo lo
hacía? ¿Por qué? ¿Quién le había concedido ese don?
Simplemente abrió la
boca y en mi interior solo había placer.
Cada vez que ella
estaba ahí, cada vez que abría la boca para… Cada vez que ella… Cada vez que
ella hablaba mi corazón se paraba, mis vellos se erizaban y el placer recorría
mi cuerpo, empezando por los oídos, bajando hasta cada una de mis extremidades
y subiendo de nuevo hacía mi cabeza.
Cada vez que ella
hablaba Arte mostraba una de sus facetas, Música.
Todas y cada una de
las veces que ha hablado y yo la he oído fueron únicas, ahora mismo en mi mente
puedo ver todas y cada una. Cada palabra, cada nota, cada acento, cada entonación,
todo está ahí, donde ella dejó su marca.
Ahí, en lo más
adentro de mi ser. Ahí resuena su voz, ahí existe Música, ahí yo río y nunca
lloro.
Todas y cada una de
las veces que ha hablado y yo la he oído están ahí. La primera, “Hola, soy Arte”
y la última “Besos”. Cada sentimiento, sin importar cuál fuera, parece hacerme
feliz de solo pensar que fue causado por su Música.
Realmente no puedo
creer cuán inexplicable es su Música para mí.
Es única, como cada
parte de Arte.
Es sutil pero es
imposible no percatarse de ella, su Música resalta sobre las demás.
Su Música es la única
que vale la pena aquí, ninguna se le parece y ninguna llegará a tener su lugar
en mí.
Su Música es lo único
que me ha mantenido vivo desde que conocí a Arte.
Su Música es la única
razón por la que sonrío.
No veo la hora de
escuchar su Música otra vez, escucharla pegada a mi oído.
No veo la hora de que
su Música llegue a mí, no veo la hora de que a mi lado vuelva a decir: “Amor”.
No veo la hora de que, mientras me mira atentamente, diga “Que
lindos ojos que tenés, quiero dibujarlos”.
Arte… ¿Juntos?
Música, por favor.
Necesito su Música.
Música, Arte, amor, por favor.
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