BANEAR

viernes, 27 de diciembre de 2013

23, el fin.

Camino tranquilamente en El Lugar, sé a dónde voy.

Veo la puerta, luce bastante antigua, entro.
Un puente se conecta a una escalera de caracol en el cuadrado cuarto. La escalera baja varios metros y sube hasta que se pierde la vista. Las paredes están cubiertas uniformemente con cuadros muy exentricos y lujosos, cada uno tiene un retrato de cada persona que he conocido.

Busco un cuadro en especial, subo buscandolo hasta llegar a los últimos cuadros, no encuentro ese cuadro en especial.

Bajo. Busco la puerta. No está, en su lugar hasy una gran puerta roja en forma de corazón. Hay focos gastados y parpadeantes a su alrededor, escucho una lastimosa música que no puede seguir un tono uniforme. Cierro la puerta cuando ya he entrado.

Veo varios retratos en una habitación larga, las velas son lo único que ilumina el lugar.
El retrato que busco está cubierto de hielo, nunca había visto tanto hielo en los retratos.

El Sr. Hilf está ahí, a mis espaldas. Se estira y pregunta: "¿Te sientes un idiota por creer que te quería como tu creías?".
"Debo confesar que eso ya es pasado para mí. Ya no quiero más, ya he llegado a mi limite, ya he emprendido mi camino.
Este es el Adiós amigo" Replico.

"Haz lo que debas hacer" Dice mientras meto mi mano en el hielo y tomo el retrato.

Veo el retrato, ya no hay necesidad de derramar ninguna lagrima. Me doy media vuelta y lanzo el retrato a la cara del Sr. Hilf.
Ambos se rompen en mil pedazos.

Salgo por la puerta, en mi rostro no hay una sonrisa.
Sí la hay dentro mío, ya me he retirado de El Lugar.

La superación me abraza, el camino brilla y mi paso firme no se detendrá.

Dejo mis memorias aquí para quién se encuentre perdido. Dejo mi legado aquí, en El Lugar, para aquel que abra otra vez sus puertas.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Pasos

 Una cómoda habitación, hermosas pinturas en las paredes, temperatura ideal, me siento cómodo sobre esta alfombra. Hace frio afuera, aquí me siento seguro.

 Ella camina hacia mí, se sienta a mi lado en la alfombra.
 Un hogar ardiendo en la pared, que cliché.
 Ella ha preparado un pastel, “Feliz Felicidad Juntos” dicta el mismo.

 Yo sonrío y ella me besa. Caemos los dos a la alfombra y nos perdemos en nuestros sentimientos. La abrazo y la recorro con mis manos.

 Me besa apasionadamente y rasguña mi espalda, siento la sangre fluir. La adrenalina sube, me besa, recorre mi boca con su lengua y me quita la camisa. Está agujereada y manchada de sangre, la tira al hogar y me besa más.

 Beso su cuello, ella no me mira.
 ¿Arte, qué pasa?

 Tomo su rostro con mis manos, miro sus ojos. Algo no cuadra, no abre los ojos, no puedo ver su brillo.
 De hecho, no veo ningún brillo ¿Qué le pasa a su cabello?
 ¿Arte… tú eres Arte?

 Finalmente abre los ojos, no tiene color, tampoco su cabello.
 Clava sus uñas en mi espalda y suelto un grito. No me puedo mover. Su cara se cae a pedazos, su piel, su hermoso rostro.
 No debo llorar, ella no es ella, ella no es Arte.

 Me volteo, me pongo sobre ella y la tomo en mis brazos. Se ha caído a pedazos.

 No lo puedo creer, es ella, es Arte ¿Qué le ha pasado?

 Veo algo, al parecer sí hay algo en sus ojos, sí veo las sombras de Arte ¿Cómo fue que hice la vista gorda? ¿Cómo creí que ella no necesitaba mi mano para poder aclarar su vida? Al parecer Arte todavía no es lo que debe ser, lo que será.
 Es gracioso, ella es el primer paso de Arte, ella se levanta, quiere llegar al segundo paso, su rostro está  como antes.

 Veo color en sus ojos, veo color en su pelo. Su brillo es el de antes, veo color en su cuerpo, en sus piernas, en su sexo, en su estómago, veo su brillo otra vez.
 Yo sangro, tirado sobre mi espalda en un charco de mi propia sangre. Sigo vivo, muy vivo, Arte me mantiene vivo, su brillo.
 Ella, desnuda, camina hacia mí, se recuesta en mi pecho y dibuja un corazón sobre mi mejilla con mi propia sangre. Sabe que me mantiene vivo, sabe que me hace reír, qué imagen debemos estar dando.

 Su boca se abre, este es otro de esos momentos, cierro los ojos, solo quiero oír.
 Música: ¿Qué es el Arte?

 Tomo su mano, la conduzco a hacía su espejo enorme que hay en la habitación y me coloco detrás de ella ambos de cara al espejo.

 Tomo su pelo y beso su cuello, ella se revuelve de placer e intenta girar para besarme. Le digo que pare y que se quede quieta, que mire el espejo, que me deje responder su pregunta.

 La beso, no me dejo un lugar, puedo ver lo que ya sé, le gusta que la bese porque lo hago como sé que le gustará, como sé que sentirá todo eso que quiero que vea; me detengo a pensar, cuánto la quiero, es increíble, incompresible y casi inimaginable, aún así es muy real.

 Su mirada inquieta se queda fija en el espejo. Su pelo, sus hermosos ojos, su incomparable cuerpo, inimaginable y casi imposible, todo lo que siento dentro de mí, no puedo creer que sea posible, y yo; yo, ese nadie quién la ha besado, ese nadie que para ella escribía, yo.

 Yo ese que encuentra la belleza en Arte, el placer.

 El que encontró mayor felicidad al pararse en frente de ella, al mirarla y rozando sus labios con los míos, mirando sus ojos y tomándola suavemente de su rostro le dice:
“Todo lo que veo es Arte cuando estás a mi lado. Toda lo que eres me hace feliz; todo lo que representas; cada palabra que dices; cada momento me hace feliz. Y en la total sanidad y lucidez de mi mente quiero que lo sepas. Juntos somos felicidad. Juntos seremos todo lo que anhelábamos. Juntos seremos los protagonistas de esa vida feliz que tanto esperamos y tan conocemos. Juntos somos Arte, juntos somos la pintura anhelada, juntos el dolor es cosa del pasado.
Juntos el arte no se desvanecerá.”

Sus ojos se centran en mí, no mirándome, apreciándome. Las luces se apagan.

No puedo ver, no sé qué está pasando, no sé qué va a pasar.

Estoy asustado.

Estoy muy asustado.
Siento una mano tomando la mía, esos delicados dedos, la deliciosa sensación de sus ásperas palmas tocando mi mano. Estoy asustado pero aún asó soy feliz.

Soy feliz al sentir su mano tomando la mía.


Uno de sus besos, no le temo a la oscuridad. No le temo al porvenir.

viernes, 13 de diciembre de 2013

 Todavía no tengo palabras para mi mareo.

 Tiempo, tiempo, solo necesito más tiempo.

 Pronto, pronto, quizá lleguen las palabras pronto.

 Ya nos veremos dentro de poco, espero.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Música

 Creo haber escuchado algo, creo haber sentido algo, creo haber visto el fluir de Arte.

 ¿Cuándo había sentido esto? Cada vez que ella… Cada vez que ella… ¿Cada vez que ella qué? ¿Cómo lo hacía? ¿Por qué? ¿Quién le había concedido ese don?
 Simplemente abrió la boca y en mi interior solo había placer.

 Cada vez que ella estaba ahí, cada vez que abría la boca para… Cada vez que ella… Cada vez que ella hablaba mi corazón se paraba, mis vellos se erizaban y el placer recorría mi cuerpo, empezando por los oídos, bajando hasta cada una de mis extremidades y subiendo de nuevo hacía mi cabeza.
 Cada vez que ella hablaba Arte mostraba una de sus facetas, Música.

 Todas y cada una de las veces que ha hablado y yo la he oído fueron únicas, ahora mismo en mi mente puedo ver todas y cada una. Cada palabra, cada nota, cada acento, cada entonación, todo está ahí, donde ella dejó su marca.
 Ahí, en lo más adentro de mi ser. Ahí resuena su voz, ahí existe Música, ahí yo río y nunca lloro.

 Todas y cada una de las veces que ha hablado y yo la he oído están ahí. La primera, “Hola, soy Arte” y la última “Besos”. Cada sentimiento, sin importar cuál fuera, parece hacerme feliz de solo pensar que fue causado por su Música.




 Realmente no puedo creer cuán inexplicable es su Música para mí.




 Es única, como cada parte de Arte.

 Es sutil pero es imposible no percatarse de ella, su Música resalta sobre las demás.

 Su Música es la única que vale la pena aquí, ninguna se le parece y ninguna llegará a tener su lugar en mí.

 Su Música es lo único que me ha mantenido vivo desde que conocí a Arte.

 Su Música es la única razón por la que sonrío.

 No veo la hora de escuchar su Música otra vez, escucharla pegada a mi oído.

 No veo la hora de que su Música llegue a mí, no veo la hora de que a mi lado vuelva a decir: “Amor”.





No veo la hora de que, mientras me mira atentamente, diga “Que lindos ojos que tenés, quiero dibujarlos”.

Arte… ¿Juntos?

Música, por favor.

Necesito su Música.


Música, Arte, amor, por favor. 

Buscar Inspiración

 ¿Dónde está mi inspiración? ¿Dónde estás Arte?

 Mi mano no puede moverse, no sé qué decir. Necesito saber que mi esperanza vale. Necesito que el tiempo no me lastime. Necesitamos disfrutar cada minuto, por más pequeño que parezca. Necesitamos más minutos, yo la necesito.

 Los lienzos pintados siguen expuestos en mi habitación, ellos son uno con Arte.

 Arte disfruta, Arte ríe, Arte gime, Arte sonríe, Arte ya no llora.

 Solo el tiempo dictará nuestro futuro, anhelamos lo mejor y con esfuerzo lo logramos. Un beso de Arte, una mirada, otro beso, nadie más importa.

 Arte ha recibido mi corazón de buena gana y con mucho cuidado, ahora lo lleva junto al suyo ¿Por cuánto tiempo? Le he confiado mi corazón.

 Arte tiene raíces desconocidas para mí ¿Podré amarlas? ¿Podré algún día amarte, mi diosa Arte? ¿Podrás algún día comprender este perdido corazón? ¿Podrá este perdido corazón, dentro de su desorientación, orientar al tuyo? ¿Podrán nuestros corazones transitar este camino sin separarse?

 Estamos dispuestos a todo ¿Estamos preparados para todo? ¿Estoy listo para tomar su mano y andar? ¿Estoy listo para conocer a Arte?

 Arte no será más un misterio. Arte y mi mano, Arte y mi corazón. Arte y yo, aquí y ahora.

 Arte y yo, y que el tiempo diga lo demás.


lunes, 2 de diciembre de 2013

Ese día

  Había algo que destacó dentro de tanta belleza. Algo que me sacó de mi inmerso meditar de cómo se movía. Algo que superó a su sonrisa luego de cada beso, de cada palabra.


  En ese momento de placer ella me miró, su boca estaba seca y sus ojos centrados en los míos. Pude ver lo que tanto tardó en decir. Lo que guardó por mucho tiempo. Pude ver enteramente a su ser.
  El énfasis no recaía en la ternura de sus ojos, no recaía en sus colores y menos que nada en su linda sonrisa.
  Todo se trataba de que, quien estaba allí conmigo, era ella.
  Eran sus ojos los que me miraban con amor y deseo. Eran sus labios los que me besaban tan dulcemente. Era su pelo del que yo disfrutaba. Eran sus manos las que con las mías jugaban. Era su sexo junto al mío. Eran sus sentimientos besando a los míos. Y, cabe destacar, que eran nuestros anhelos los que ese día se unían. Eran nuestras vidas las que desde ese día dependerían de la del otro.


Cada cosa era la felicidad que deseábamos, la felicidad que en nuestro amor encontrábamos.


martes, 26 de noviembre de 2013

Lienzo

Arte fue mi lienzo y yo pinté. La expresión fue amor, nada más. Cada pincelada, un beso. Mi pintura y su cuerpo, sus caricias y mi lejano dolor. La paleta, nuestra imaginación, nuestro juego, la pintura anhelada.

No necesitábamos nada más, solo éramos los dos.

No necesitábamos nada más, solo tiempo, intención y amor sobraban.

No necesité nada más, tenía tiempo sin ser feliz.

Amor, ¿Qué más podría impulsarnos a hacer eso?

¿Sueños? No necesito decir eso.

Yo la amé, la amo, en este momento nada más importa.

Los besos, las caricias, fue el único momento en el que de verdad pude expresar qué sentía por ella; las palabras no me faltaron, no las necesité.

No necesitábamos nada más, solo seguir vivos, solo poder seguir amándonos por más, y más tiempo.

Nuestros besos, nuestras caricias ¿Qué más importa?

¿Dejaré de amarla? ¿Llegará el momento en que desee haber terminado todo, haberme puesto un final? ¿Qué pasará con el mundo a nuestro alrededor? No me importa lo demás, solo Arte.

Yo la amo, la amé y… ¿Lo soñé? ¿Algo así pudo llegar a ser real? ¿Sí? ¿No? ¿Tal vez? Arte es por siempre un punto y coma, algo que pudo haber terminado, pero alguien quiso seguir.

Solo es debido saber que ella está ahí para mí, siempre está ahí, cada vez. No será siempre así, no me importa nada más, este es el momento en el que hay que vivir y pienso hacerlo durar.

Arte y yo. Expresión. Lienzos, sabanas, mentes. Corazones, sentimientos, anhelos de felicidad y libertad.

Libertad y felicidad tomados de las manos, espejos y reflejos. Verdades y amor.

Cada uno es libre, cada uno puede ser lo que desee.

Cada uno puede pintar, cada uno puede amar.


Ella es Arte, cada día estoy más seguro.

¿Qué es Arte?

¿Qué ha pasado? Dejadme explicar.

Era un lugar tranquilo que ya ha pasado. El otoño anterior a mi primera visita a El Lugar. La causa de mi obsesión.

Vivía en mi fortaleza. Vivía solo. Muy de vez en cuando tocaban la puerta, poca gente quería entrar, pocos pasaban de la primera habitación. Llegó el día en que personas empezaron a rondar, entraron y se establecieron en las primeras habitaciones. Ellos solo estaban. Estaban en mi fortaleza, en mi vida, en mí.

Todo seguía bien, todo era diferente, pero estaba bien. Yo estaba tranquilo y todo marchaba bien. Luego la locura comenzó.

Gracias a Los que vivían dentro llegó alguien más, alguien diferente, algo que no esperé. Me desconcertó.

Ese día era uno común, caminé por el castillo y fui a pasear con Los que vivían dentro. Me dirigí a verlos, estaban en otro piso, afuera. Abrí una onírica puerta y salí distraídamente, algo me cegó.

Un resplandor rojo, amor, esperanza.

Me saludó. La muchacha del hermoso e incandescente rojo me saludó, indiferente de lo que ella causaba en mí. Experimenté montones de sensaciones, esa muchacha era increíble, casi imposible.

El paseo continuó tranquilamente, intenté no mirarla, sabía que algún día ella se convertiría en aquella que derrumbaría mi fortaleza. La miré, muchas veces. Era increíblemente difícil apartar la vista. Cada momento que la veía era increíble. Cuando el rojo dejó de encandecerme pude ver que más allí se ocultaba. Delicadeza, ternura, belleza y... ¿Qué más? ¿Qué era eso?... ¿Amor? ¿Para quién? Sus ojos me hipnotizaban, quería vivir en ellos, resplandecían al igual que sus hermosos cabellos. Ver sus ojos era el paraíso mismo. La delicia de unos colores tan vivos y compactos, dentro de toda esa belleza, viví ese día en las nubes.

A poco tiempo de haberla visto, vi qué había detrás de tanta belleza, de tanta delicadeza, ella es Arte. Había algo en la larga distancia entre ella y yo. Había alguien allí. Había algunos. Ellos reclamaban lo que creían suyo, ellos reclamaban a Arte.

El día terminó, no paré de pensar en Arte y en como sus cabellos dibujaban amor mientras ella saltaba por aquí y allá, en todo lo que había causado en mí. Mi cabeza estaba loca por ella, yo estaba loco, Arte era increíble. Para ese momento pude conocer un poco más de sus misterios, de quién era. Arte era cada vez más excepcional.

Eso misma noche fue invitada a mi fortaleza, a mi vida, a mi corazón. Aceptó e irrumpió en mis sueños. Arte era simpática.

Los días pasaron. Me abrí para Arte, ella era todo lo que quería pensar, Arte. Ella era muy receptiva, ella era muy buena, ella era todo lo que esperaba y más. Ella era Arte.

Hablamos, no podía verla, pude escucharla. Su voz me sorprendió mucho la primera vez que la escuche. Desde ese día escucho en mis sueños: “Arte, mucho gusto”. Mi fortaleza tenía las puertas abiertas, abiertas para Arte.

Todo siguió, los días felices e ingenuos parecieron segundos, debería haberlos disfrutado más. Arte me confesó qué pasaba dentro de ella en realidad, Arte tenía problemas, Arte tenía que ser feliz, yo la podía ayudar, estaba seguro. Toda esa hermosura, todos esos sentimientos… ¿Por qué alguien como ella sufría? ¿Quién podría llegar a pensar que merecía eso?

Di todo lo que pude por ella, quería que Arte pudiera ser feliz, que pudiera tener cada cosa que necesitara para eso. Nunca me importó quién debía estar a su lado para que Arte fuera feliz, ella tenía que ser feliz. Se me preguntó si me hubiera gustado estar en ese lugar… claro que sí, era un lugar especial. Arte era única, Arte es única.

“Arte será feliz”, me repetí incontables veces.

“Arte sal de mi cabeza”, dije en mis momentos de tristeza.

“Arte, eres mi obsesión”, dije cuando la vida pendía del pulso de mi mano y de mi determinación para partir.

Arte sufría menos, pero Arte sufría igual. Yo era el consuelo de Arte, de a pequeños pasos el mañana parecía brillar cada vez más… al despertar, al otro día, solo encontramos oscuridad y dolor.

Dolor. Oscuridad. Mentiras y caretas manchadas con mi sangre. No había podido experimentar nunca ese dolor, afrontar el odio de Arte. Amaba mejor de lo que odiaba, ella no demostraba tanto su odio. A mí me dolía increíblemente que estuviera enojada

¿Cómo lo dejé pasar? ¿Debía irme?

La palabra dolor nubla este recuerdo. La persona que más amaba, por quien había dado todo, por quien había abierto mi fortaleza, a quien había dejado bailar en ella. Mi fortaleza, mi vida, yo, a sus pies.

¿Qué me paró de irme, de dejar todo atrás? No lo sé, solo lo agradezco.

No supe cuánto valía Arte para mí hasta ese momento. Arte era mi vida entera.

“Arte, no me imaginé que te amara tanto” me dije a mi mismo, de rodillas en mi oscura habitación.

Arte volvió, pidió disculpas. Esa no era Arte, esa forma de pensar, ese misterio aterrador ¿Qué había pasado con Arte?

Pasaron días hasta que Arte me dijo qué pensaba ella ¿Por qué se tardó tanto?

Pasaron días hasta que Arte me demostró que su cabeza estaba corrompida, que ella no lo quería así pero así era.

Dejé mi ser con tal de recuperar a Arte.

Arte está aquí, ha vuelto. Nada es igual, cada uno tiene sus heridas de batalla, aunque, todo parece marchar para bien. Arte será feliz, cada vez es más claro, ella lo merece.

Arte sigue siendo lo que era antes. Arte sigue siendo el arte, la hermosura, la expresión, el dolor.

Arte es quien nos sujeta a cada uno de los obsesionados.

Arte es quien nos puede volver felices con solos dos palabras suyas.

Arte es aquella de quien nunca te cansas.

Arte es la expresión de quien está sobre nosotros pero aquí, rodeada de quienes no la merecen.

Arte es lo que anhelarás durante toda tu vida.

Arte es el fin y el comienzo de las etapas.

Arte es lo que todos desean y más.

Arte no es la misma por dentro, Arte ha crecido, Arte es algo para lo que sigo estando, para lo que sigo dando todo.

Arte sigue siendo intriga, Arte sigue siendo un misterio por debelar.



Ella es Arte, cada vez estoy más seguro. Ella es arte y su futuro resplandece.

viernes, 15 de noviembre de 2013

¿Te irás?

¿Qué espero? Un final. No.

¿Qué quiero? Un final. No.

¿Qué necesito? Un final…

Solo sé que tengo muchas cosas pendientes, muchos cambios.

¿Qué pasó con tus palabras de ayer? ¿Qué pasará con Eso a lo que temo? ¿Cuándo será el día en el que pueda volver a ser feliz, a liberarme de esta obsesión? ¿Cuándo llegará el fin? ¿Cuándo nos despediremos?

¿Realmente fueron palabras de ayer?

¿Ayer? Tan solo ayer. ¿Tan poco tiempo duró la alegría? ¿Es esto lo que espero, lo que quiero? ¿Una oportunidad? ¿Qué necesito? No estoy seguro, solo sé una cosa. Esto, esto que tenemos, esto que existe entre nosotros, esto es angustia.

Esto que hay entre nosotros, esto es odio, ira, dolor, mucho dolor.

¿Cuándo terminará el dolor? ¿Cuándo sanarán mis heridas?

¿Quién derramará la última lagrima? Quien pierda la parte más grande de su felicidad.

Eres mi felicidad, si te pierdes… ¿Qué será?


Sé que las cicatrices serán unos de los recuerdos que tendré de ti, las cicatrices y lo que me faltará. Alejándome de ti dejaré un pedazo de mí, no amaré más, mi corazón se queda contigo.

Debería

¿Por qué dices tan poco y pienso tanto? ¿Qué es de lo que alguna vez se ha prometido? ¿Dónde irán a parar tus falsas palabras? ¿Qué necesito para alimentar mis celos?
Pocas de las preguntas que pienso ahora, mientras intento saber si este es mi punto final, mi última parada.

¿Qué pasará si me voy ahora? ¿Qué pasará si no somos quienes queremos ser? ¿Qué pasará si seguimos siendo solo una tensa conversación, solo nuestras dos caretas que no se atreven a afrontar la realidad?

¿Esto es normal? Me faltan las palabras, me falta el valor ¿El valor para qué? ¿Qué? ¿Qué quiero? ¿Qué quería? Eso tú lo sabes ¿Qué me arrebataron? Nada.
No me han arrebatado nada.

¿Qué cosas dijiste? ¿Cuáles no las he inventado yo?

¿Cuándo dijiste que siempre estarías?

¿Cuándo dijiste que me querías?

¿Alguna vez signifiqué algo para ti?

¿Sabes algo  de esto? Claro que no.

Deberías aprender a hablar más sin tener que mentirle tu propio ser. Debería saber qué es lo que importa.

Debería pensar las cosas.

Debería amar menos.

Debería entender.

¿Ya no más? ¿Esa es la solución? Me aterra pensarlo. Debo aprender qué necesito.

Debería aprender a quién amar.

Debería aprender a juzgar a las personas.

Debería conocer antes de entregar mi corazón.

Debería aprender a hablarte sin derrumbarme.


Debería aprender a amar.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Su Lugar

Un día Ella se sentía mal. Un día Ella durmió. Un día su mente Ella exploró. Ese día ella soñó.

Soñó que recorría interminables planicies de colores pastel, soñó con una tierra donde todo era felicidad, se embriagó de ella y en un sueño Ella fue feliz.

En su sueño no se podía navegar, Ella no quería navegar. Su sueño parecía no terminar, el color pastel del cómodo suelo le daba paz. El cielo era heterogéneo, el amarillo y el violeta se asemejaban a esos colores, pero nunca llegarían a serlo. En la distancia, muy a lo lejos, se asomaba, allá a lo lejos, un lejano castillo que estaba muy alejado.

Sin pensarlo dos veces tocó la puerta y entró por si sola, esa era su voluntad, era su castillo, sus colores pastel, su mundo, Su Lugar. El castillo era el más pequeño de los más grandes y antiguos. Sus cabellos color escarlata danzaron por todo el vestíbulo al ritmo de su alegre paso y su ligero tarareo.

Ella soñaba y bailaba, soñaba que bailaba, bailaba en sueños. No podía ver más el cielo pero podía sentirlo en su piel, todo era placer. Cuando cruzó la puerta chiquita su sueño se salió de su control. Su Lugar ya no era más de ella, pero era suyo. Su Ligar no pudo ser controlado y el cabello perdió el tono escarlata. Su lugar no tenía cadenas, como Ella alguna vez tampoco las tuvo. Su Lugar se había abierto para algo nuevo. 
Malos augurios del cielo fueron los que la alarmaron.

Se despertó sobre los colores pastel, oscuros y grisáceos, que cliché. Se despertó pero dormía. Bostezó prolongadamente y con un alto volumen, los animalitos que rondaban por ahí explotaron. Ella no se percató.

Ella vio una balsa. Ella quería navegar. Navegó, en balsas dolorosas, algunas hicieron que lastime su cuerpecito, otras la molestaban. Una última le trajo problemas. Al principio le llamó la atención. Ella navegó sobre esa balsa. No sentía que fuera lo que ella quería. A veces a Ella le dolía. De vez en cuando Ella lloraba. Quizá algún día que otro ella lloraba. O quizá lloraba cada mísero día. Esa no era la balsa que ella había imaginado.

Intentó atracar en otros puertos, necesitaba de otros puertos, pero Ella no pudo bajar de la balsa.

El Tiempo pasó. Su Lugar se había tornado oscuro. El Mar que Ella disfrutó alguna vez era ahora petróleo crudo. Siempre llovía horriblemente, la lluvia de Su Lugar era insoportable para cualquier ser. Llegó el día donde Quien lo ha Vivido ofreció una mano a Ella. Esa mano había estado allí por un tiempo, Ella no sabía si tomarla o seguir con esa vida que tanto odiaba ¿Raro no? ¿Una decisión difícil? Pues los lazos que Ella alguna vez tuvo a esa balsa seguían tirando, Ella estaba indecisa.

 Todo era muy confuso, a Ella la tripulación la confundía, una tripulación de tres en una balsa de dos. El Tiempo continuó, él no la esperaría. El Tiempo caminó y marchitó su mundo. No culpen al tiempo, ¿sí? Ella era ama de El Tiempo. Ella seguía siendo ama de Su Lugar. Ella no lo sabía controlar.

Su Lugar, Su Cabeza, Su Corazón, sinónimos.

Ella no sabía qué hacer, la tripulación discutió y ella mordió la mano de Quien lo ha Vivido, su única ayuda. 
Lo que menos necesitaba sucedió, mentiras y falsas promesas, un motín en la balsa. Un motín ocurrió en Su Lugar, Ella no lo soportaba.

Ella se corrompió. Ella seguía marchitándose. Ella no sabía qué pensar, no quería ver más a las caretas que todos mostraban, ni siquiera quería ver la suya.

Quien lo ha Vivido volvió. En realidad, nunca se había ido. Ella lo había ignorado. Ella lo había desterrado. Él era un Desterrado. Él estaba allá.

Todos gritaban y varias caretas habían caído. Varios habían quedado expuestos. Este grupo tenía miedo, algunos porque no querían estar expuestos, otros porque no sabían de dónde habían salido sus caretas.

Parte de la tripulación saltó de la balsa. Ella tomó la mano de Quien lo ha Vivido y lo escuchó atentamente.

Sentó su maltrecho cuerpito en el trono de Su Lugar que Quien lo ha Vivido trajo para Ella. Quien lo ha Vivido tomó su  espalda y la acarició. El cabello escarlata estaba gastado y ya había pasado por mucho, él jugó cariñosamente con este. Su cabello escarlata retomaba su color, Ella sonreía.

-Esto es solo un paréntesis en tu vida, un sueño real de los muchos que has tenido y tendrás. Ya no debes llorar por esto, ya no hay razón. Pronto podrás descansar, relajarte y ser lo que deseas. Esto no está resuelto, debes atar los clavos sueltos, debes levantarte con la frente en alto. El puerto espera, nuevas balsas, nuevas historias, nuevos sueños, todo está allí, si es que lo deseas –. Dejó de peinarla para ponerse en frente de Ella, tomó su mano y la besó –No me iré, no podré irme sin que seas feliz. Vamos, es hora de despertar, intenta no bostezar tanto, me apiado de quienes te escuchen -. Ella sonrió y se paró.

Quien lo ha Vivido puso sus manos en sus bolsillos traseros y anduvo caminando por la orilla junto a ella, la luz brillaba. 

Ninguno lo dijo, pero los dos tenían una lágrima en la mejilla.

No miraron atrás y abandonaron juntos Su Lugar.


-Hasta mi próxima crisis...- Dijo Ella y despertó.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Adiós

Me encontraba en El Lugar, El del traje gris no aparecía por ningún lado. El Lugar estaba más lúgubre de lo común. Las paredes eran más mohosas de lo común. Todo estaba fuera de lo común.

Tomé rumbo por una puerta, un pasillo largo se convirtió en un solitario puente de piedra en medio de la oscuridad. Había un abismal precipicio a mis lados, la sangre que chorreaba desde el puente parecía no tocar fondo nunca. A medida que avanzaba podía escuchar el plif y el plaf que hacían mis pies al pisar la sangre. Plif y plaf, plif y plaf, plif y plaf, algo interrumpió la armonía.

-Maldita sangre hipócrita. No quiere ser arrancada a tajos de nuestras venas, pero no tiene problema en manchar mi blanco vestido-. ¿Quién hablaba? Era mujer, eso era seguro, su voz era muy bonita. Empezó a cantar -¿Qué será de mí? ¿Qué será? ¡Oh! ¿Qué será? ¿Qué será de nuestros sueños juntos corazón? ¿Qué será de mi corazón… que es para ti? ¿Qué será de nuestra emoción… por vernos otra vez? ¿Qué será de mis heridas mi amor? Todas son por ti.

Más temprano que tarde calló. Púde escuchar ruidos, plif y plaf, muy rápidos bailaban en mis oídos, plif y plaf, plif y plaf, plif y plaf, danzando cada vez más fuerte, la sangre seguía salpicando. Eso se abalanzó sobre mí –¿Oh qué será mi amor?-. Estaba en el piso, sobre la chorreante sangre, La Cantante se había recostado en mi pecho luego de embestirme -¿Qué será… qué será?-. Se quedó dormida sobre mí. Dormí también.

De esto pasó un rato hasta que ella me despertó –Debo irme, ¿Por qué bajaste la guardia?-. Saltó al precipicio. En ese momento me di cuenta que el puente estaba roto por ambos lados. Resolví en saltar la distancia hasta la puerta y seguí mi recorrido plácidamente.

Escuché una voz familiar desde un cuarto, entré, allí había muchas televisiones mostrando una gran variedad de cosas, El del traje gris era una. Las columnas se caían y en la televisión El del traje gris agonizaba, entré en la televisión para socorrerlo.

Parecía muy enfermo, tanto que todo El Lugar parecía estar muriendo con él. Le pregunté qué le pasaba, a lo que contestó: -Lo mismo que a ti-, “¿Amor?” agregué, -No, estúpido. Somos tú. Yo, El Lugar, La 
Banda, La cantante. Todos somos tú-.

-¿Cómo que son yo? ¿A qué te referís?- Le dije desconcertadamente.

-Tu eres el que está muriendo ¿Acaso no recuerdas lo que pasó en el hospital?

-…¿por qué estoy aquí entonces? – No podía entender.

- No te ibas a ir sin saludar ¿No? Todos nos vamos, todos nos alejamos de ella-. Noté que él notó mi cara de sorpresa – No te acordabas de ella ¿Al menos te despediste? Bueno, si te apuras tendrás tiempo, sabes lo que le dirás, ve, el tiempo corre.


-La amo- Dije y me fui a buscarla. 

jueves, 7 de noviembre de 2013

El otro que vive ahí

Odio poder ver mis venas, mi sangre, todo significa vida, sigo vivo, y vivo sin mi amor.

Estoy otra vez en algún cuarto de algún hospital, donde no quieren que me consuele. A nadie le importa mi dolor, solo quieren que no haga cosas “no éticas”.

Creen que puedo dormir y dejan de vigilarme. Intentan ayudar ¿No ven que debo hacer esto solo? ¿Por qué no me escuchan?

No para de pensar en mi amor. Nadie le dijo dónde estoy, no quieren que nadie me vea. Se van a dormir, como creen que he hecho yo, ineficientes.

Me llevo el suero conmigo al baño, muy silenciosamente, me tomo mi tiempo.  Otro baño más, estos han visto más de mis lamentos que nadie. Necesito algo afilado. No puedo encontrar nada en la bañera ni en el inodoro. Lo mismo para el lavabo. El espejo.

¿Que divertido no? Nunca me gustaron los espejos, nunca me gustó el otro que vive ahí. No me agrada. Me mira jocosamente, sé que yo no tengo esa expresión, se acerca para verme mejor. Sé que uno de estos días probaré el filo y podrá tomarme. Lo sé, me lo dijo.

Quito la cortina del baño y la uso para romper el espejo. Ya tengo mi pedacito de espejo. Él me mira cuando me reflejo allí. Habló fuerte y claro, me sorprendió que las personas de las otras habitaciones no se percataran de eso.

-¿Sabes que esta será la última vez, no? ¿Sabes que este es tú fin? ¿Sabes que cuando estés tirado, inerte en el piso, iré por ella? ¿Sabes que la haré sufrir y terminará peor que tú, no? –. Esto ya no era el egoísta suicidio ¿Cómo podría ir por ella? ¿Por qué? Sabe que no tengo otra opción, quiere seguir destruyéndome, incluso en el final. El espejo ya estaba en mi muñeca pero yo no podía hacerlo.

Tendría que vivir, ella lo valía, no podía arrastrarla a mi destino. Quizá se lo pueda contar. Quizá a ella le guste, quizá haría que me quiera, o que me ame. Quizá podríamos salir y le mostraría lo que he hecho por ella, todas y cada una de las cicatrices. Quizá podamos disfrutar juntos los dos. Quizá podríamos ser algo más, algo más que todo, solo los dos.


Estoy decidido, no lo haré. Escucho un grito de ira en la habitación, la puerta se abre. Es uno de los enfermeros, el grande y bruto. Me toma de la espalda y me da vuelta bruscamente -¡¿Qué te pasa?! ¡¿No aprendés vos?!-. Lo estoy escuchando, pero algo llama la atención, la sangre que sale a chorros de mi brazo. Había sido muy brusco, mi antebrazo estaba cruzado por un profunda y chorreante tajo. Todo terminó. Oigo una risa y todo se vuelve negro.

Mente

¿Qué habrá sido? ¿Qué pasó? ¿Fueron falsas promesas o malas explicaciones?

Estar desconcertado nunca fue algo mío, gracias por tanto ¿Cuán necesario es no dar explicaciones? ¿Cuán necesario es desaparecer sin dejar rastro? No estoy enojado, solo estoy celoso. Celoso de ver cómo puedes desaparecer sin que te importe nada ni nadie.

¿Quién se va contigo cuando cuelgas? No te creo cuando te dices que estás sola y feliz, eso es imposible.

Sé que siempre hay alguien contigo ¿Quién es? ¿Por qué puede estar ahí? ¿Qué hace? ¿De dónde salió?
¿Qué tiene ese alguien que no tenga yo? ¿Por qué es el único que te ve cuando de todos los demás te alejas? ¿Por qué te vas a sufrir con ese alguien? ¿Te divierte?

Quizá sea porque no soy como tú, pero no puedo entenderlo. Tú dijiste que tampoco te entendías, que querías ser así ¿Qué ha pasado?

Todavía sigo desconcertado. Desconcertado sobre el futuro. Desconcertado sobre ti ¿Qué pasará ahora? ¿Qué será de mi futuro… y del tuyo… de nuestro futuro? ¿Estarás en él? ¿Acaso estarás en el final?


¿Por qué te habías ido? ¿Qué había hecho yo? No lo recuerdo, me duele pensarlo. Yo no hice nada. No estás enojada. No pasó nada. Todo está bien. No pasó nada. Aquí todo está bien.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Herzeleid Chronicles

Durante toda mi vida tuve motivos propios para sufrir, quizá las penas de corazón valgan menos que el luto, quizá no. Cada uno es capaz de elegir por qué motivo sufrir. De la misma manera cada uno encuentro consuelo en lugares diferentes. Y sí, así lo hacía yo, escribiendo, hasta que encontré algo que me gustó más.
He recorrido muchos lugares buscando consuelo, creer que llegue a esto “porque sí” sería estúpido, muchas personas me han prestado su ayuda, pero aún así me he sentido solo, incomprendido quizá.
Diría que estoy muy consciente de que hasta aquí llegue, pero sé que es el efecto de la tristeza. No puedo decir que mi vida haya sido mala o algo por el estilo, al contrario, sé que aquí acabará algo que pudo haber sido más. Mis pensamientos están nublados desde hace tiempo, nublados por ella. Solo puedo preocuparme en ella. Solo puedo pensar en qué será de ella.
Di todo lo que había a mi alcance para que eligiera una salida que la haga feliz a ella, fuera lo que fuera de mí. Espero que ella sea feliz, realmente.  No espero que el hecho de que yo decida terminar aquí pueda hacerla entender el por qué de todo. El por qué de mi interés, mi compresión y mi ayuda. Mi por qué. Yo lo sé, pero no me atrevo a decirlo, aún en estos momentos.
Me hubiera gustado haber podido hablar con ella otra vez, saber cómo estaba, saber si mis aportes habían dado frutos, saber si yo todavía importaba.
Nunca expresé qué quería yo claramente, solo la tinta de mis cartas dejó vislumbrar un poco de eso. Supongo que solo quedarán sus expectativas y yo me iré con la verdad.
Un cambio no debe ser influenciado, de esa manera es inútil. Ella necesita cambiar, aunque para lograrlo necesite un evento que la haga reflexionar.

No tengo más que decir. Tengo todo listo en el baño. Adiós.

Rosas blancas

Y así nosotros, los que juntamos rosas por amor, nos damos cuenta al ver nuestras manos heridas por las espinas, que el amor siempre duele y siempre deja marca en nosotros. Aunque sea así, somos muchos los que juntamos rosas. Así el símbolo del amor tal y como es se difunde. Nuestros amores son los que duelen, los que cortan y nos hacen gritar. Aún así yo amo.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Mi baño

Aquí estoy otra vez. Me apoyo en la pared, últimamente me cuesta permanecer de pie. Sé que no tengo mucho tiempo, debo apurarme para terminar con esto.
Nunca estuve solo, eso lo sé, pero siempre así me sentí. No había nadie a quien quisiera de verdad, hasta que la conocí, mi amor que ya tenía a otro amor. Me obsesioné y ahora estoy muy herido. Desde que la conozco que este baño ha visto lo peor de mí, lo peor que podía hacerme. Hoy no será una excepción.
La afeitadora se cae de mi mano. Mi pulso ha disminuido mucho desde la primera vez, uno diría que fue hace años, pero no, solo unos míseros meses. Vuelvo a agarrarla y se vuelve a caer. Me agacho lo más que puedo para poder agarrarla, intento reafirmar mi pulso. Es difícil pero por fin lo logro. Espero unos minutos a que mis manos dejen de temblar y tomen un color más normal, entonces saco la navaja de la afeitadora.
Me ayudo del lavabo para poder pararme y me miro al espejo. Veo a un chico que en algún momento estuvo en un buen estado, pero ahora ya es otra historia. Estoy flaco, mucho más flaco. Mis costillas sobresalen muy definidamente, ella me había dicho gordo, eso no podía ser más así. Bajo mi mirada por mi malherido brazo, no puedo creer que yo mismo me haya hecho eso, veo la navaja, mi única compañera. Parece un cliché pero ella es la que siempre estuvo cuando la necesité, y vaya que la necesité.
Corto, corto, corto. Adiós panza. Corto tres líneas perpendiculares justo al inicio de mi panza y escribo su inicial mi ombligo. El baño se está llenando de sangre más rápido de lo que pensaba, debo apurarme, el acto debe concluir.
¿Cómo es eso de que parezco serio? ¿Será porque me siento triste? ¿Te molesta? No te preocupes, afirmo la navaja y me tallo una sonrisa de oreja a oreja. Eso quería, parezco muy feliz.
Debo actuar rápido, si llego a dudar, a perder solo un segundo el acto no acabará.
¿Qué seguía? Debí haber traído el guion conmigo. Oh, sí, sí. Su precioso nombre. Primero en mis pectorales, mis piernas y luego en… No. No, no, no, mis brazos no. Casi no tengo pulso, tengo que acabar esto. Continúo escribiéndolo en mi espalda, estoy muy orgulloso conmigo mismo ¿Qué es eso? Oh no, dolor, mucho dolor. Pensé que los calmantes funcionarían, al fin y al cabo me tomé casi toda la caja. Debo seguir. No duele tanto, ella me ha hecho sufrir más, debería estar más acostumbrado de lo que estoy.
Empiezo a sangrar más de lo que esperaba. Esto no era así, así no lo había planeado. Ella no debería haber hecho eso, mi cuerpo no debería reaccionar así. Golpeo mi cara con mis manos, repetidamente. Tomo el espejo, me miro, estoy llorando. No quiero ser ese, no quiero vivir como él. Tomo carrera con mi cabeza y golpeo el espejo, estoy aturdido pero lo vuelvo a hacer. El cuarto golpe me hace caer, el suelo esta duro y tenido, adiós.

Ella me odia, yo me odio, me detesto, no me quiero para nada si tú no lo haces. Ella está enojada, estoy enojado, estamos enojados conmigo. Sí, sí, sí, eso me gusta, estamos. Me odiamos juntos, volveremos a tener cosas en común. Quiero que vuelva, no quiero que sea así, no me imaginé que me lo podría llegar a merecer. Mi cabeza sangra, estoy bastante seguro de que mi nariz está rota y que tengo pedazos de espejo por todo el rostro. Labios cortados y no por su boca. Ella me odia, yo me odio. Ódiame, pero ódiame conmigo, juntos, solo quiero que pasemos tiempo juntos. Lastímame, justo como yo lo hago, hazlo, hagámoslo, juntos.

Vino a casa nomás

Estoy tirada en el suelo, sé que está frío, pero soy incapaz de notarlo. Mi cuerpo arde, puedo saborear la sangre en mi boca. Sé que tengo moretones por todo mi cuerpo, pero no me atrevo a mirar. ¿Él me amaba? ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué me lastimaría...? Intento mover los dedos de mi mano izquierda, allí llevaba el anillo que ese lindo chico me regaló en mis vacaciones, no puedo. ¿Cuándo lo hizo? Intento mover los dedos, algo falta, muevo el brazo, no pudo haberlo hecho. Por fin puedo mirar. Mi ensangrentada mano izquierda solo me muestra cuatro dedos y un chorreante muñón., supongo que él no quería que lo lleve conmigo.
Puedo sentir cómo siguió cortando, mis brazos, mi espalda, mi pierna y eso que no debería haber cortado.
Puedo sentir qué escribió. Los cortes son tan profundos que el dolor en increíblemente definido.
Supongo que está bien, quizá me lo merezco. Él señaló que yo era mala con él, que no lo trataba como él quería. Yo solo me quería alejar, pero él no, nada podía ser diferente a lo que él quería.
Quizá soy una "puta egoísta", o al menos lo llevaré escrito en mi cuerpo siempre, atada al peso de esta relación de la que no escapé a tiempo.
Aquí estoy yo, sola en mi cuarto, no hay nadie en casa, todas mis sabanas están llenas de sangre. Los muebles, el armario, la mesa de la cocina, los cubiertos, mis tijeras.
El charco de sangre había dejado de crecer. Lloro mucho, sufro, todo me duele, en cualquier momento llegará mi madre.
No tengo miedo de lo que me pueda pasar, solo le tengo miedo a algo. Al hecho de que él dijo que volvería y, cuando este en la puerta de mi casa, iré con una sonrisa y le abriré la puerta, como si nada nunca pasase.
Seguiré ocultándole a todos los demás mi dolor, sufriendo en el baño, llorando, sangrando, sola.

Sé que cuando el vuelva yo sonreiré y actuaré como si nada hubiera pasado. Sé que lo hará otra vez, pero es así. Si a él lo hace feliz, así será, siempre, sin importar qué quiera yo, siempre.

Mi corazón

Hay algo que vi cuando me metieron en la máquina. Mi mente estaba clara, ya podía volver a El Lugar. Esa misma noche me dispuse a hacerlo.
No me había enterado nada de mi amor en un largo tiempo, aunque su recuerdo era más nítido, claro y palpable que nunca antes. Sus preciosos ojos eran el manantial que llenaba mí ya prolongada sed de felicidad.
En esos manantiales me encontraba, una de las pocas veces que pude disfrutarlo. Un sonido emergió a lo lejos. Los manantiales se vaciaban, un teléfono sonaba. Mi amor lloraba. Alguien hacía que lloraba. Sus preciosos manantiales se vaciaban, no sabía qué hacer. Salte hacía lo que quedaba de ellos y me embriagué de los mismos. Pero no era lo mismo. No si estaba llorando. Mi amor lloraba. Intenté que se calme. Por más discursos que diera mi amor no escuchaba. No podía… no podía hacer que se calme. La impotencia volvió. Solo quería hacer algo bueno por mi amor ¿Por qué no podía? Intenté, intenté e intenté. Impotencia. No, no, no, solo quería ayudarte amor ¿Por qué no me dejas? ¿Por qué no respondes? ¿Acaso me escuchas? La impotencia me mataba. Grité cada vez más y a la par de los sollozos de mi amor me desvanecí. Me encontré más tarde cayendo de esos ojos, en una lágrima, viendo cómo se alejaban de mí. Mi corazón estaba hecho puramente de hielo, no había podido ayudar a mi amor, no me importaba nada, solo quería que llegar al suelo y terminar con esa pesadilla.
Hielo, tristeza, dolor. No sentía nada más. Mi amor no estaba más.
¿Qué habrá sido de sus manantiales? ¿Tu corazón es hielo también? ¿Sigues llorando? ¿Por qué no muero? ¿No puedo soportarlo. Y ahora, solo un espacio negro, una luz, un sonido, el tren llegó.
Llegamos a la primera estación lentamente, me dolía el pecho y tenía mucho calor. Los malabaristas se acercaron a mí. Necesitaban mis sentimientos para el próximo acto. Me quedé mudo mientras uno le decía a otro: -Mira esos sentimientos, son piedra, están fríos, no podemos hacer nuestro acto así-. Se disculparon y dijeron que ya tenían lo necesario para hacer el acto. El acto se canceló.
Estaba acompañado de mucha gente. Gente sonriente y bien vestida. Me miraban mientras parpadeaban coquetamente, sin dejar de sonreír ni un segundo. Los ojos de todos se vaciaron a lágrimas, pronto todos se desaparecieron.
Oscuridad, completa oscuridad –No me dejen solo con ellos –dije. –No… con ellos no… no sabe de lo que son capaces-. Estaba solo, solo conmigo mismo, y eso me asustaba. Solo con mis pensamientos. –Seguro está con quien llamó y ya te olvidó- decía uno de ellos, a lo que otro le replicó –Quizá le gusta que sufras. Lo siente donde más le gusta-. No podía evitar escucharlos por más que gritara y llorara. Hacían caso omiso a mis plegarias. –Ama a quién hace sufrir, ama que sufras, le encanta que llores. Quiere que te sigas mutilando, quiere más sangre derramada. Quiere que sigas sufriendo-. No se callaban. La increíble impotencia volvió. No se callaban. No paraban de decir men… ¿Mentiras? ¿Y si tenían razón? ¿Y si mi amor de verdad era así? ¿Qué pasa en mi pecho? –Quizá este ignorándote. No me extrañaría, no le importas, solo eres un pasatiempo que le divierte unos minutos – dijo el último antes de que todos callaran repentinamente. Me hubiera gustado no haber tenido sentimientos, no haber sufrido tanto. Me hubiera gustado que mi pecho no doliera… que no ardiera.
No podía más, mi cuerpo no aguantaba lo que yo sentía, no aguantaba a mi corazón. Mordí, rasguñé y golpeé mi esternón hasta hacerlo pedazos. Vi el vapor de sangre salir de mi pecho y también vi a mi ardiente corazón. Ardía sin preocupaciones, ardía sin más. Mordí y arranqué las venas que lo seguían sosteniendo a mí. Mis manos se ampollaban de sostenerlo. La sangre era de un color parecido a la lava caliente, brillaba. Lo tomé en frente de mí, lo miré y di el primer mordisco. Comí todo lo que pude hasta que caí en al suelo, sin poder moverme, pero no me desvanecí alguien no quería que lo haga.
El corazón rodó a unos metros de mí, dejando un rastro de sangre brillante en el negro suelo. Mi sangre y mi corazón eran lo único que emitía luz allí. No podía mover ni un solo músculo. Pasos.
-Amor ¿Eres tú?- pensé para mí. Todavía tenía esperanzas. Todavía era mi obsesión.

Limpió la sangre que había en mi boca. Me miro y tomó mi corazón… -No lo rompas más, por favor- dije… Lo guardo en su pecho, junto al suyo. Mi amor estaba llorando. Se recostó junto a mí, apoyando sus hermosos colores en mi pecho, a poco espacio del enorme hueco donde solía estar mi corazón. Limpié las goteras de sus manantiales. Acaricié sus colores. Yo no podía morir allí. No era el momento. Me quedaba mucho por disfrutar, no me importaba el ardor que tendría que soportar… Al fin y al cabo, es mi obsesión.

Espero

-¿Qué haces?- dijo el Sr. Hilf mientras se acercaba a mí. Se sentó en el suelo conmigo.
-Espero a mi amor- repliqué sin apartar la vista de la nada.
-¿Hace mucho que estás aquí?- pregunto él. Yo asentí. -¿Cómo tienes tanta seguridad de que vendrá?-
Miré al Sr. Hilf y me dejé caer al suelo.
-Pobre de ti. Vamos a dar una vuelta por El Lugar. Tengo más trucos preparados-. Dijo mientras intentaba levantarme.
-Ahora no- respondí, –Simplemente no es el momento- dije por última vez mientras cerraba los ojos y me quedaba dormido.
-Pobre de tus sentimientos. ¿Quién los levantará?-.
En ese onírico sueño apareció mi amor. Tenía un disfraz de ángel y bajaba celestialmente hacia mí. -Hola- dijo con una sonrisa en la cara y se desvaneció. – ¡¿Dónde estás?! ¡¿Qué pasó con nuestro futuro juntos?! ¡¿Dónde?!- grité indiscriminadamente. Me desvanecí.
Un cuarto. Las tres sillas formaban un triángulo con sus respectivos respaldos. Tres veces mi amor estaba en las tres sillas. Dos caras distintas de mi amor pude ver, la tercera no. Ira, tristeza y… ¿Cuál más?
-¡Vete! ¡No te queremos aquí, nadie te quiere aquí, desaparece de mi vida!- dijo Ira.
-No, no, no, no, no, no puedes quedarte. A-aquí no, no. No donde nos vea. No, no. Será mejor que te vayas de mi vida. C-creo que nunca te amé. S-solo vete- dijo Tristeza.
Me acerqué a mí tercer amor. Pero esa cara corrió fuera del cuarto antes de que pudiera verla. Aunque… vislumbré una sonrisa.
-Era Felicidad- dijo Ira. –Y Felicidad solo se pasa por aquí muy de vez en cuando. No la verás en mucho tiempo- concluyó en medio de una risa convulsiva. El centro del triángulo decía vida.
-¿Ustedes sufren?- les pregunté.
-Siempre. Solo que… La gente no merece saberlo… Nadie merece saberlo… Vete antes de que te encuentre- dijo Tristeza.
-¿Quién?- pregunté mientras tomaba a Tristeza con mis manos. Se volvió ceniza mientras lloraba. Ira empezó a reír mientras se caía a pedazos. Escuché que alguien tiraba la puerta bruscamente. –Adiós- dije y separé el triángulo.

-Te amo habías dicho ¿Dónde estás amor? ¿Me sigues amando? ¿Ya me olvidaste? ¿Dónde puedo encontrarte?- repetí por horas mientras me recostaba en el pasto. De pronto, un ruido -¿Amor? ¿Eres tú?-. Sentí un beso en la mejilla y después me desvanecí. 

El Lugar, otra vez.

Desde mi visita a El Lugar todo cambió. Estaba perfectamente consciente de mi obsesión con Mi Amor, aun así no podía asimilarlo. Todo fue peor.
Volví a El Lugar. El Sr. Hilf estaba sentado en la punta de una larga mesa, sobre una silla de ancho espaldar. Estaba comiendo plácidamente, me pidió que lo acompañará –Han pasado solo unos días y ya regresaste, supongo que prácticamente nadie puede aguantar la verdad- dijo, –Extrañaba tu desorientada cara por aquí, aunque… Pareces diferente, algo está claro en tu cabeza. Todavía no has descubierto todo sobre tu obsesión… Acaso… ¿Hay algo de lo que no estoy enterado?-. Se acomodó en su asiento y se acercó a mí, se acercó demasiado –Sufres… Te duele… Esta obsesión no es sana… Quizá sea… No, no, no, no puede ser… ¡Espera! ¿Lo es?... Tu amor… ¿No te corresponde? ¡Ja, ja! ¡Eso es, no te corresponde!- gritó, -¿Por esa razón no puedes admitirlo?-. Se paró sobre la mesa, sin importarle la comida, los cubiertos o qué podría estar sintiendo yo - ¡Su obsesión no le corresponde! ¡No le corresponde!-. Siguió gritando sin dejar de señalarme. El cuarto se llenó de hombres de traje, estaban parados en las paredes, sobre las sillas, tomados de las lámparas del techo, todos riéndose mientras me señalaban.
Allí estaba yo, en el onírico circo de El Lugar, encerrado en una jaula. Me había convertido en el acto principal en el primer minuto de mi estancia. Al parecer la gente encontraba satisfactorio reírse de mí, quizá hacía que se olvidaran de sus problemas, quizá sabían cuánto estaba sufriendo yo… Y eso les gustaba.
Me llevé mi brazo a mi boca, mordí lo más fuerte que pude y arranqué mis venas. El Lugar se llenó de agua que bramaba de mis venas atrofiadas. La jaula se abrió y salí a caminar por el jardín de El Lugar. El Sr. Hilf se unió a mi más tarde.
-Déjame hacer un truco más antes de que hagas tu pregunta-. Dijo mientras se sentaba y miraba a un oso polar que caminaba cautelosamente cerca de nosotros.
-Se llama Vida- dijo una voz. Me acerqué a él, me dejó acariciarlo por unos segundos. Su pelaje me hacía feliz. Sin más se paró en sus patas traseras y me pegó con su enorme pata. Rompí a llorar en el suelo, mi cara sangraba, creí que me había roto la nariz. Él me miró, indiferente de mi llanto –Así es la vida- concluyó la voz mientras Vida se alejaba.
-Anda pregunta-.  Dijo el Sr. Hilf mientras subíamos al colectivo de El Lugar –Recorramos mientras te respondo-. El colectivo emprendió marcha
No había dicho una palabra desde que llegué a El Lugar. Me aclaré la garganta y lo dije sin más:
-¿He caído yo en la obsesión infinita? ¿Me encuentro yo en el interminable amor obsesivo? ¿Algún día podré olvidar su cara, su sonrisa, sus… Ay dios… sus ojos? ¿Qué  me dará el ánimo para vivir en el mundo tangible y seguir cada día más que la posibilidad de ver su rostro otra vez?-
El Sr. Hilf sonrió -Depende de ti, solo hay una manera de averiguarlo-.

Un cuarto suspendido entre dos enormes estatuas de marfil. Un hombre llorando en el lado izquierdo, su corazón era enorme, estaba dibujado en su pecho. Un hombre sonriendo en el lado derecho, no llegué a vislumbrar bien su corazón. En el cuarto un retrato de mi amor me dijo: “Olvídame.” Solo tenía que presionar el botón. Miré a la ventana que el Sr. Hilf abría para mí, él había planeado esto desde que solo lo conocía como “El hombre de traje gris”. Le dije -Al final, el amor y el sufrimiento se encuentran, son cada uno con su amor obsesivo, con su amor imposible, y saltan juntos al vacío-. Tomé el cuadro de mi amor, el cual lloraba y sonreía, salté. Mientras caíamos la voz lo dijo: -Te amo-.

El Lugar

El Lugar era grande y frio. Puedo recordar muy bien la inscripción de la entrada: “Bienaventurados sean los que aman con obsesión”.  El hombre de traje gris que estaba parado en la puerta mi invitó a entrar. Todos en El Lugar me trataban como si me conocieran, como si fuera uno de ellos. “Yo solo estoy de visita” repetí constantemente, solo para verlos reírse. Su expresión, aunque aparentaba ser cálida y amigable, era fría. Siempre supe que los obsesionados no saben mentir.
Entonces entró una multitud de gente. Eran altos, bajos, gordos, flacos, negros, blancos y amarillos. Por allí vi a alguno verde, contrastando con los azules, y los rojos estaban todos juntos en una punta, como si fueran excluidos. Todos y cada uno traían cajas. Todas de distinto tamaño, color y forma. Entonces entró uno muy alto. Era tan alto que su torso se perdía en la vista, por eso no alcancé a ver cuándo se llevó un clarín hacía sus labios y dio la señal a los demás para que abrieran sus cajas. Solo la mitad de esa multitud abrió sus cajas. Sacaron instrumentos y se pusieron en posición, todo estaba listo para empezar.
En ese momento empezaron a tocar para darle la bienvenida a quien nos guiaría durante el recorrido por El Lugar. Era el hombre de traje gris, aunque todos lo llamaban así me pidió que lo llame Sr. Hilf. Hablaba muy claramente, pero no movía su boca, todos estaban mirándolo y atendiendo a él mientras sus labios no se movían.
Miró hacía un costado y nos dijo que subiésemos a los vagones. Ninguno de estos tenía techo, parecían vagones de minería. Allí me percaté de que había una estación de trenes en El Lugar. Subí junto con el Sr. Hilf al vagón delantero. En pocos segundos llegamos a la primera estación. Allí el Sr. Hilf nos dijo a todos:
-Muy pero muy buenas tardes damas y caballeros. Bienvenidos al expreso de El Lugar-. Me miró y empezó a hablarme solo a mí -Buen día. Te voy a mostrar que podemos encontrar en la primera estación-. Y el telón se corrió.
Sr. Hilf sonreía demasiado, los instrumentos de viento sonaban, y yo miraba.
Había arboles de todos los tamaños. Estaban todos demacrados y rotos, pero aún así eran enormes y se mantenían en pie.
 -Esta es, mi querido público, la primera estación para los amantes obsesionados. -Dijo el Sr. Hilf– La llamamos “Plaza de la melancolía”. Cada uno de esas semillas que ven ahí son plantadas cada vez que algún amante obsesivo empieza deprimirse pensando en su amor.  Estas crecen y crecen para luego convertirse en cosas mucho peores para ellos –.Entonces me miró y me dijo- Allí está la tuya, ya vas a ver en que se va a desencadenar –. Empezó a reírse y se volteó para gritarle al maquinista, del cual yo no me había percatado- ¡A todo marcha hacía la sala de imágenes!-.
El tren emprendió marcha. Esta vez tardamos horas en llegar a la próxima estación, hacía mucho frio. La banda empezó a tocar otra vez, muy fuerte y muy desenfrenadamente. Para este momento ya se habían sumado varios instrumentos de cuerda y varios percusionistas. La banda me molestaba.
Empecé a ver imágenes de mi amor. Mi obsesión. ¿Qué hacían esas imágenes ahí? ¿Por qué flotaban por el aire? Las demás personas miraban estas imágenes. Yo les grité- ¡¿Pero qué creen que hacen?! ¡No miren a mi amor, es mi amor, no el suyo, no miren a mi amor! -. Me desesperé. Me paré sobre el asiento, mire atrás, el Sr. Hilf sonreía, y salté del tren hacía el oscuro vacío que estaba debajo.
Las imágenes de mi amor pasaron por mi mente. Que bien que me sentía. Eso no duró mucho. A mi izquierda pude ver al Sr. Hilf cayendo junto a mí, él tenía un paracaídas. Incluso la banda estaba cayendo, todos con paracaídas. La gente también caía. Todos los pasajeros saltaron conmigo. Alguno que otro se disculpó por mirar a mi amor. No tuve tiempo de agradecer, estaba cayendo, sin paracaídas.
Aterricé suavemente en una butaca de un teatro. Arriba podía leerse “Teatro de El Lugar”. Los malabaristas estaban interpretando un acto bastante inusual. Estaban haciendo malabares con mis sentimientos. No sé de dónde los sacaron, pero los tenían. De repente todos tenían la cara de mi amor, justo ahí se dieron vuelta y dejaron caer mis sentimientos, los cuales se hicieron añicos en el suelo. Salieron corriendo, dejando así mis sentimientos, nadie los levantó, ni los ordenó. Tuve que pararme y juntarlos para luego volver a sentarme humillado.
Cuando me senté el Sr. Hilf estaba junto a mí, en el otro asiento. Todo el público se había sentado. Pero yo, yo tenía la primera fila  – ¿Disfrutas del recorrido? -. Preguntó. No tuve tiempo de responder, algo había llamado mi atención, algo estaba fuera de control en el escenario.
Un hombre estaba corriendo y gritando. Era muy delgado y estaba desnudo. El Sr. Hilf lo tacleó y le empezó a hacerle caricias en el suelo. Yo me subí al escenario y me acerqué a ellos.
-Es inofensivo –Dijo el Sr. Hilf -Solo está desesperado. Su amor no le ha respondido desde hace cinco minutos. Se está maquinando ¿Esto te ha pasado a ti verdad? Los amantes obsesivos no saben cómo lidiar con estas cosas, tampoco saben mentir–. Siguió acariciando al hombre, el cual ya estaba más tranquilo, pero no paraba de repetir algo. Me acerqué para oír qué decía:
-No… no… no respondes ¿P- p- prr- por qué n- n- no rr-respondes? No me respondes, no, no, no, no, no, no me respondes ¿D-d-dónde estás? ¿T-t-todo e-e-está bien? Rr-rr-r- responde p-pp-por favor…-. No volvió a decir nada. Se había desmayado.
Una mano gigante salió detrás del escenario para agarrar al hombre entre sus enormes cinco dedos y llevárselo.
-El Lugar es dolor- Dijo el Sr. Hilf–. Los amores imposibles también.-
En ese momento la cuerda que sostenía El Lugar desde arriba se cortó. Todos caímos. Todos se hicieron pedazos. Todos menos yo. Mi obsesión me mantuvo con vida, ahora también lo hace… Así siempre fue y así siempre será.