Me encontraba en El Lugar, El del traje gris no aparecía por
ningún lado. El Lugar estaba más lúgubre de lo común. Las paredes eran más
mohosas de lo común. Todo estaba fuera de lo común.
Tomé rumbo por una puerta, un pasillo largo se convirtió en
un solitario puente de piedra en medio de la oscuridad. Había un abismal precipicio
a mis lados, la sangre que chorreaba desde el puente parecía no tocar fondo
nunca. A medida que avanzaba podía escuchar el plif y el plaf que hacían mis
pies al pisar la sangre. Plif y plaf, plif y plaf, plif y plaf, algo
interrumpió la armonía.
-Maldita sangre hipócrita. No quiere ser arrancada a tajos de
nuestras venas, pero no tiene problema en manchar mi blanco vestido-. ¿Quién
hablaba? Era mujer, eso era seguro, su voz era muy bonita. Empezó a cantar
-¿Qué será de mí? ¿Qué será? ¡Oh! ¿Qué será? ¿Qué será de nuestros sueños
juntos corazón? ¿Qué será de mi corazón… que es para ti? ¿Qué será de nuestra
emoción… por vernos otra vez? ¿Qué será de mis heridas mi amor? Todas son por ti.
Más temprano que tarde calló. Púde escuchar ruidos, plif y
plaf, muy rápidos bailaban en mis oídos, plif y plaf, plif y plaf, plif y plaf,
danzando cada vez más fuerte, la sangre seguía salpicando. Eso se abalanzó
sobre mí –¿Oh qué será mi amor?-. Estaba en el piso, sobre la chorreante
sangre, La Cantante se había recostado en mi pecho luego de embestirme -¿Qué
será… qué será?-. Se quedó dormida sobre mí. Dormí también.
De esto pasó un rato hasta que ella me despertó –Debo irme,
¿Por qué bajaste la guardia?-. Saltó al precipicio. En ese momento me di cuenta
que el puente estaba roto por ambos lados. Resolví en saltar la distancia hasta
la puerta y seguí mi recorrido plácidamente.
Escuché una voz familiar desde un cuarto, entré, allí había
muchas televisiones mostrando una gran variedad de cosas, El del traje gris era
una. Las columnas se caían y en la televisión El del traje gris agonizaba,
entré en la televisión para socorrerlo.
Parecía muy enfermo, tanto que todo El Lugar parecía estar
muriendo con él. Le pregunté qué le pasaba, a lo que contestó: -Lo mismo que a
ti-, “¿Amor?” agregué, -No, estúpido. Somos tú. Yo, El Lugar, La
Banda, La
cantante. Todos somos tú-.
-¿Cómo que son yo? ¿A qué te referís?- Le dije
desconcertadamente.
-Tu eres el que está muriendo ¿Acaso no recuerdas lo que
pasó en el hospital?
-…¿por qué estoy aquí entonces? – No podía entender.
- No te ibas a ir sin saludar ¿No? Todos nos vamos, todos
nos alejamos de ella-. Noté que él notó mi cara de sorpresa – No te acordabas
de ella ¿Al menos te despediste? Bueno, si te apuras tendrás tiempo, sabes lo
que le dirás, ve, el tiempo corre.
-La amo- Dije y me fui a buscarla.
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