BANEAR

sábado, 9 de noviembre de 2013

Adiós

Me encontraba en El Lugar, El del traje gris no aparecía por ningún lado. El Lugar estaba más lúgubre de lo común. Las paredes eran más mohosas de lo común. Todo estaba fuera de lo común.

Tomé rumbo por una puerta, un pasillo largo se convirtió en un solitario puente de piedra en medio de la oscuridad. Había un abismal precipicio a mis lados, la sangre que chorreaba desde el puente parecía no tocar fondo nunca. A medida que avanzaba podía escuchar el plif y el plaf que hacían mis pies al pisar la sangre. Plif y plaf, plif y plaf, plif y plaf, algo interrumpió la armonía.

-Maldita sangre hipócrita. No quiere ser arrancada a tajos de nuestras venas, pero no tiene problema en manchar mi blanco vestido-. ¿Quién hablaba? Era mujer, eso era seguro, su voz era muy bonita. Empezó a cantar -¿Qué será de mí? ¿Qué será? ¡Oh! ¿Qué será? ¿Qué será de nuestros sueños juntos corazón? ¿Qué será de mi corazón… que es para ti? ¿Qué será de nuestra emoción… por vernos otra vez? ¿Qué será de mis heridas mi amor? Todas son por ti.

Más temprano que tarde calló. Púde escuchar ruidos, plif y plaf, muy rápidos bailaban en mis oídos, plif y plaf, plif y plaf, plif y plaf, danzando cada vez más fuerte, la sangre seguía salpicando. Eso se abalanzó sobre mí –¿Oh qué será mi amor?-. Estaba en el piso, sobre la chorreante sangre, La Cantante se había recostado en mi pecho luego de embestirme -¿Qué será… qué será?-. Se quedó dormida sobre mí. Dormí también.

De esto pasó un rato hasta que ella me despertó –Debo irme, ¿Por qué bajaste la guardia?-. Saltó al precipicio. En ese momento me di cuenta que el puente estaba roto por ambos lados. Resolví en saltar la distancia hasta la puerta y seguí mi recorrido plácidamente.

Escuché una voz familiar desde un cuarto, entré, allí había muchas televisiones mostrando una gran variedad de cosas, El del traje gris era una. Las columnas se caían y en la televisión El del traje gris agonizaba, entré en la televisión para socorrerlo.

Parecía muy enfermo, tanto que todo El Lugar parecía estar muriendo con él. Le pregunté qué le pasaba, a lo que contestó: -Lo mismo que a ti-, “¿Amor?” agregué, -No, estúpido. Somos tú. Yo, El Lugar, La 
Banda, La cantante. Todos somos tú-.

-¿Cómo que son yo? ¿A qué te referís?- Le dije desconcertadamente.

-Tu eres el que está muriendo ¿Acaso no recuerdas lo que pasó en el hospital?

-…¿por qué estoy aquí entonces? – No podía entender.

- No te ibas a ir sin saludar ¿No? Todos nos vamos, todos nos alejamos de ella-. Noté que él notó mi cara de sorpresa – No te acordabas de ella ¿Al menos te despediste? Bueno, si te apuras tendrás tiempo, sabes lo que le dirás, ve, el tiempo corre.


-La amo- Dije y me fui a buscarla. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario