BANEAR

domingo, 3 de noviembre de 2013

Espero

-¿Qué haces?- dijo el Sr. Hilf mientras se acercaba a mí. Se sentó en el suelo conmigo.
-Espero a mi amor- repliqué sin apartar la vista de la nada.
-¿Hace mucho que estás aquí?- pregunto él. Yo asentí. -¿Cómo tienes tanta seguridad de que vendrá?-
Miré al Sr. Hilf y me dejé caer al suelo.
-Pobre de ti. Vamos a dar una vuelta por El Lugar. Tengo más trucos preparados-. Dijo mientras intentaba levantarme.
-Ahora no- respondí, –Simplemente no es el momento- dije por última vez mientras cerraba los ojos y me quedaba dormido.
-Pobre de tus sentimientos. ¿Quién los levantará?-.
En ese onírico sueño apareció mi amor. Tenía un disfraz de ángel y bajaba celestialmente hacia mí. -Hola- dijo con una sonrisa en la cara y se desvaneció. – ¡¿Dónde estás?! ¡¿Qué pasó con nuestro futuro juntos?! ¡¿Dónde?!- grité indiscriminadamente. Me desvanecí.
Un cuarto. Las tres sillas formaban un triángulo con sus respectivos respaldos. Tres veces mi amor estaba en las tres sillas. Dos caras distintas de mi amor pude ver, la tercera no. Ira, tristeza y… ¿Cuál más?
-¡Vete! ¡No te queremos aquí, nadie te quiere aquí, desaparece de mi vida!- dijo Ira.
-No, no, no, no, no, no puedes quedarte. A-aquí no, no. No donde nos vea. No, no. Será mejor que te vayas de mi vida. C-creo que nunca te amé. S-solo vete- dijo Tristeza.
Me acerqué a mí tercer amor. Pero esa cara corrió fuera del cuarto antes de que pudiera verla. Aunque… vislumbré una sonrisa.
-Era Felicidad- dijo Ira. –Y Felicidad solo se pasa por aquí muy de vez en cuando. No la verás en mucho tiempo- concluyó en medio de una risa convulsiva. El centro del triángulo decía vida.
-¿Ustedes sufren?- les pregunté.
-Siempre. Solo que… La gente no merece saberlo… Nadie merece saberlo… Vete antes de que te encuentre- dijo Tristeza.
-¿Quién?- pregunté mientras tomaba a Tristeza con mis manos. Se volvió ceniza mientras lloraba. Ira empezó a reír mientras se caía a pedazos. Escuché que alguien tiraba la puerta bruscamente. –Adiós- dije y separé el triángulo.

-Te amo habías dicho ¿Dónde estás amor? ¿Me sigues amando? ¿Ya me olvidaste? ¿Dónde puedo encontrarte?- repetí por horas mientras me recostaba en el pasto. De pronto, un ruido -¿Amor? ¿Eres tú?-. Sentí un beso en la mejilla y después me desvanecí. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario